Una sociedad gris y pasota

Artículo publicado en el nº XII-XIII de La Caja de Pandora de Noviembre/Diciembre de 2008

No hay peor mal que la indiferencia, raiz última de todos los demás. 
Actividades como la Kajulali Party de la Casa de la Juventud son un ejemplo de como jóvenes unidos y organizados pueden llegar a hacer grandes cosas. Cuando se trata de ocio y diversión, sea alternativa o no, el colectivo juvenil se mueve con rapidez y voluntad pero si hablamos de reuniones de trabajo, de debates, y de plantarse ante las autoridades a reclamar cambios, estamos los mismos cuatro gatos de siempre.
Pero claro, cómo culparles a ellos exclusivamente, cuando sus padres, sus profesores, los adultos, hacen exactamente lo mismo. Me fascino y repugno ante el ambiente en las calles linenses cuando es Navidad, Semana Santa o cualquier otra festividad, que por lo general suele tener alguna connotación religiosa. Sin embargo, cuando se trata de exigir explicaciones a la clase política, de manifestarse y protestar, es en esos momentos de intenso espíritu democrático cuando las calles y las ideas mueren de soledad.
Las autoridades, por su parte, encantadas de este pasotismo ciudadano y de la falta de atención que presta el pueblo que les dejan vía libre para hacer lo que les vengan en gana, aunque claro en las elecciones hablarán mucho del fomento de la participación ciudadana y es que si en algo son expertos la mayoría de los políticos es en dorar la píldora a las masas de hombres grises de la actual sociedad, prometiendo más comodidad, más facilidad y sobre todo, más tiempo, del cual los hombres grises siempre están sedientos.
Y de esta forma, una civilización, una sociedad, que se alzaba como la más moderna, productiva, liberal y otros muchos adjetivos, se quita la máscara del disfraz y se descubre como una podredumbre de mentiras e ideas vacías.

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