65 años de una Momo pelirroja

En las últimas semanas, distintos medios se hacían eco del 65 aniversario de esa niña de trenzas rojas y tiesas que todos conocemos, Pippi Langstrump o también Pippi Calzaslargas como la solemos llamar en tierras españolas. Los medios picoteaban el asunto, dedicandole algunos minutos o una docena de líneas pero desde LSYMI vamos a darle nuestro toque profundizando en el meollo.

Pippi Langstrump nace en 1941 de la cabeza de la escritora sueca Astrid Lindgren. La historia de este nacimiento no puede ser más casual. La neumonía de su hija Karin dejo a la pequeña en cama bastante tiempo, el suficiente para que Astrid inventára a Pippi, que sería bautizada así por Karin. Y un nombre loco trajo consigo también una loca historia. Pippi tomó alas gracias nuevamente a una desgracia. En 1943 Astrid se fracturó la pierna y durante su reposó dió forma escrita al cuento, cuyo manuscrito regaló a su hija por su décimo cumpleaños. Y Pippi terminó de volar cuando en 1945 su historia ganó un concurso literario organizado por una editorial sueca. A partir de aquí Pippi sobrevoló con sus hermosas y coloridas alas todo el mundo, siendo su historia traducida a cerca de ¡70 IDIOMAS! nada más y nada menos.

A pesar de su éxito literario, Pippi ha pasado a formar parte del imaginero popular gracias a la serie de televisión (recuerdo que en mi niñez era Antena 3 si mal no recuerdo donde salía), ya que las películas y la serie de dibujitos no llegaron a tener tanto eco. Y gracias a su originalidad y sencillez, la historia ha espantado a las empresas multinacionales de videojuegos. La serie, rodada en 1969 con guiones escritos por Astrid Lindgren, tuvo como actriz protagonista a Inger Nilsson y como director a Olle Hellbom, al igual que algunas de las ocho películas de Pippi.
Inger ya no ejerce la interpretación, de echo sólo trabajó como Pippi. Ahora trabaja como funcionaria sin embargo a pesar de su efímero éxito, efímero debido quizás a su encasillamiento en el papel, afirmó en su día en una entrevista que no se arrepiente de haberlo echo y que lo volvería a hacer.

Para aquellos que no conozcais a Pippi Langstrump (¡que infancia más triste!) os cuento algo de su historia (nunca es tarde para alegrar la infancia, aunque sea con efecto retroactivo). Pippi es una pecosa y pelirroja simpática renacuaja de permanentes trenzas rojas y tiezas que siempre viste una vestidito ajado, un par de medias de color distinto y unas gigantescas botas negras. Amante de los animales, tiene un caballo moteado llamado Pequeño Tio y al que monta con frecuencia y habilidad y un monito titi de nombre Señor Nilsson. Vive sola en un enorme caserón desconchado donde los más disparatados chismes tienen su hogar. El más importante de ellos un maletón de cuero lleno a reventar de monedas de oro, herencia del padre de Pippi. El padre de Pippi, un pirata, sale poco en la serie a pesar de la adoración que evidentemente le procesa su hija, que habla durante la serie bastante de él y sus muchas hazañas/troperias.
La vida cotidiana (cotidiana, que no normal) de Pippi se nos relata a través de los inocentes ojos de sus vecinos, los pequeños Tommy y Annika, que maravillados por sus locuras, participan del día a día de la imaginativa niña a pesar del enorme disgusto que esto produce en sus convencionales y conservadores padres, especialmente (no podía ser de otra manera) la madre. Descubrid las muchas locas aventuras pippitianas viendo los
capítulos de su serie. (No te averguenzes, ¡anda ya!). Y es que Pippi es una experta en hacer del quehacer normal una emoción natural.
Y ceso aquí mi sinopsis para no destriparos la historia (y porque no recuerdo más).

Pippi es un personaje imaginario e imaginativo, creado y creativo. Despierta incluso en el adulto más maduro al niño que probablemente todos tengamos en nuestro interior (y más nos valdría guardarlo como oro en paño pues junto a ese niño esta acostada nuestra inocencia). Rebelde y extravangante, su hajada vestimenta, su espectacular sencillez, su sonrisa permanente, su noble valentía, su empática inocencia (no siempre la inocencia produce ingenuidad, a veces da sabiduria y comprensión) me recuerdan enormemente a Momo, mi Momo, esa niña que da lecciones de vida, que enseña a no perder el tiempo que esta vida nos ha concedido.
Y es que al fin y al cabo, Momo y Pippi tienen un espíritu similar, la sencilla inocencia, y una moraleja en común, vivir felices con lo que tenemos y no pensando en lo que deberiamos o querriamos tener.

No hay comentarios:

Publicar un comentario