Noam Chomsky, un estadounidense profeta en Europa y Sudamérica

 
Dice el dicho que nadie es profeta en su tierra. Este refrán como todos los demás se cumple a veces pero no en todas las ocasiones. Pero en el caso de Noam Chomsky, parece acertar de pleno. Acierto muy razonable ya que un anarquista o socialista libertario como él mismo se describe ha nacido en la cúspide del capitalismo. De ahí que el éxito y los laureles los reciba en el Viejo Continente y en el Nuevo Mundo (del Sur), hasta el punto de ser considerado como una de las figuras más sobresalientes y mediáticas del altermundialismo y anticapitalismo a escala global.



Su visión de la política es muy contraria al elitismo de por ejemplo Ortega y Gasset. Chomsky no se considera un experto en política ni miembro de una élite intelectual, sólo un ciudadano bien informado que cumple con su papel en la sociedad y toma conciencia ante los acontecimientos. Nada más. Este punto de vista viniendo de un renombrado activista como él es algo realmente alentador desde el punto y hora en que si esto es así, cualquiera de nosotros, por sencillo que sea y por diferente que sea su formación, puede participar de forma destacada en la sociedad, en la política, en la res publica, en los asuntos públicos. Y esta es precisamente la reivindicación de Noam Chomsky, que los ciudadanos tengamos un papel protagonista en las decisiones políticas y no seamos meros receptores (y en ocasiones sufridores) de dichas elecciones. 
Si nos paramos a pensar, este punto de vista concuerda a la perfección con el anarquismo, que propugna la democracia radical y absoluta para organizar la sociedad a través del asambleismo, es decir, todos los ciudadanos reunidos en asambleas populares tienen el poder y toman las decisiones. 
Otro aspecto que lo ha convertido en uno de los intelectuales progresistas más laureados, junto al recientemente fallecido José Saramago, es su crítica sin contemplaciones a EEUU y sus relaciones internacionales. En multitud de publicaciones, ha calificado a la potencia mundial y a su aliado judio de "estados que practican el terrorismo". E incluso ha denominado al gigante americano como un "estado fallido" por tener un grave déficit democrático y consentir el engaño de los ciudadanos a través de medios de masas sensacionalistas y manipulados por el poder. 
El punto de vista de Noam Chomsky se comprende con un somero conocimiento de la escena política estadounidense: el bipartidismo es voraz y casi institucional y los medios de comunicación prácticamente ignoran al resto de opciones políticas (al punto de que fueras de las fronteras de EEUU, nos suenan hasta raros) como por ejemplo el Partido Verde, al cual Chomsky ha apoyado en diversas ocasiones.



Pero sin lugar a dudas, el escenario estrella de Noam Chomsky es la lengua. Es un experto lingüista que ha recibido hasta tres Honoris Causa en tres universidades latinas. Los estudiantes de 1º de Bachillerato probablemente lo hayan tenido que estudiar, pues su teoría acerca del origen del lenguaje es la más reconocida: el innatismo. En resumidas cuentas, Chomsky teoriza que el conocimiento lingüístico esta dividido en dos partes, una innata a nosotros mismos que tenemos desde que nacemos y otra parte que aprendemos por nuestra cuenta. Esas ideas innatas, que siempre están en nuestra mente son las estructuras sintácticas de sujeto/predicado, algo que tienen en común todas las lenguas, por diferentes que sean. Las ideas aprendidas son el léxico e incluso los refranes (que si nos paramos a pensar, son siempre particularmente curiosos en cada idioma). Por supuesto, esta visión de la mente acerca a Chomsky al racionalismo de Descartes o Platón, que hablaban de que todo conocimiento provenía de la misma mente. Por eso los empiristas, que piensan que la mente es una tabula rasa, sin nada y que todo se aprende de la experiencia captada del mundo a través de los sentidos, critican esta teoría ligüistica de Chomsky.


En definitva, Noam Chomsky, al margen de si se comparten o no sus ideales, es sin lugar a dudas un personaje culto y sabio, preocupado por la realidad que nos ha tocado vivir y polémico aunque sensato y coherente en sus declaraciones.