La Pesadilla de Darwin, otro terror de África



La Pesadilla de Darwin nos traslada al centro del África Negra, del África Subsahariana, la zona del planeta más castigada por la pobreza extrema, las guerras intestinas y la explotación neocolonial, concretamente a Tanzania.
La introducción y posterior desarrollo de la perca del Nilo en el Lago Victoria y las consecuencias que este hecho tendrá en la población tanzanesa serán los ejes centrales a lo largo de todo el largometraje. Esto tendrá dos efectos directos: por un lado, el avance espectacular de la industria pesquera entorno al Lago Victoria, por otro, el progresivo retroceso de las especies autóctonas del ecosistema. Ante la disyuntiva entre el progreso económico y la sostenibilidad medioambiental, las autoridades tanzanesas eligen sin dudar el primero bajo la máxima expuesta por un testimonio en el documental “Si hay trabajo, las cosas van bien” Se inicia así un incipiente comercio de perca con Europa y el resto del mundo desarrollado, que acabará convirtiendo al pez foráneo en el producto más exportado de Tanzania.


Las advertencias sobre el deterioro del segundo mayor lago del mundo son en balde y con el beneplácito de las autoridades locales y la financiación europea crece entorno al Lago Victoria una fuerte actividad pesquera que emplea a miles de personas. A pesar del boom económico fruto de la explotación pesquera, la situación social resulta desoladora. El documental muestra con vivida crudeza los aspectos más furibundos de la sociedad tanzanesa: una infancia desatendida de ilusiones frustradas, un género femenino abocado a una peligrosa prostitución y una población sin acceso a los servicios básicos, pasto fácil para las enfermedades de transmisión sexual, la manipulación y sobre todo, la desnutrición. De este modo observamos con ojos incrédulos la paradoja de estar fabricándose en masa costosos productos manufacturados con destino a Europa mientras en la propia Tanzania las personas desfallecen de hambre, ni si quiera por escasez de alimentos, sino por falta del dinero necesario para obtenerlos.

La crudeza del documental llega a ser tal que observamos como los tanzaneses devoran las espinas de perca. 
Sin embargo, otro preocupante descubrimiento se relata en la producción franco-belga-austríaca. La exportación de perca en gigantescos aviones de la antigua Unión Soviética sirve de tapadera para la introducción ilegal de armas en el continente africano para alimentar las guerras eternas e intestinas que asolan el África Negra. Así pues, el destartalado aeropuerto del principal centro pesquero del país, Mwanza, se convierte en la puerta del tráfico de armas, una actividad ilegal que vacía las ya raquíticas arcas de los países en guerra y enriquece a los grandes señores de la guerra, cuyos domicilios se encuentran con demasiada frecuencia en los países más poderosos del mundo 

Un elemento destacable de La Pesadilla de Darwin es la técnica desarrollada para llevarlo a cabo. Sin narrativa ni comentarios, todo el documental transcurre entre testimonios de distintas personas que viven diferentes situaciones, conectadas todas ellas por los hechos mostrados, pero distanciadas por los efectos que los acontecimientos tienen sobre ellas. Esto permite mostrar con aún mayor veracidad los intereses económicos, las repercusiones sociales y los daños medioambientales.
Una simpática instantánea que quizás albergue un halo de esperanza. 
Con su obra, el director Hubert Sauper nos muestra el lado más desconocido e invisible de la globalización. La globalización del tráfico de armas, la división internacional del trabajo y la ausencia de Derechos Humanos. Una mundialización ajena a nuestros ojos y oídos por dos motivos: la falta de información en los grandes medios de comunicación, que no atienden estas noticias pero también el rechazo que, en parte, nos produce saber de donde procede nuestra prosperidad, resquebrajada ahora por la crisis financiera. Al fin y al cabo, existen otros muchos efectos de la globalización además del enorme poder de las multinacionales, el deterioro del modelo del estado-nación, la veloz comunicación con cualquier parte del globo o el rápido transporte de mercancías y personas, por muy incómodas que nos puedan resultar.

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