Ayer, Sevilla era escenario del encontronazo entre fascistas y antifascistas. Como muy bien ilustró Contrafoto21 en twitter, volvíamos a otros tiempos. Y allí estaba yo, cámara en mano, para dar fe de aquellos hechos como buen secretario, que es todo periodista, de la realidad.
Fueron muchas las sensaciones, pero el miedo estaba presente en todas ellas. Temor a que algún policía rebotado arremetiese contra la prensa (y más de uno tuvo que gritar su condición para evitar males mayores). Ansiedad de ver las fuerzas neonazis frente a frente y que su ira se descargase sobre nosotros. Frustración de no estar a la altura como comunicador de todo lo que estaba presenciando. Pero sobre todo, preocupación por mis compañeros. Los luchadores antifascistas que corrieron por las calles céntricas de Sevilla para evidenciar el rechazo a la presencia del fascismo en nuestras aulas y nuestras calles.
Miedo que se traducía en corazón acelerado y cabeza dolorida.
Correr delante (y detrás) de los azules, huyendo a la par que denunciando la brutalidad policial, me ha recordado a cuando mi madre corría delante de los grises. De vuelta a otros tiempos...