El pasado 3 de mayo se celebró el Día
Mundial de la Libertad de Prensa. Una fecha para rendir homenaje
a todas las personas que trabajan a diario por mantener informada a
la ciudadanía y para "fomentar la libertad de prensa en el
mundo al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente
es un componente esencial de toda sociedad democrática".
Creado en 1993 por la Asamblea de la
ONU a iniciativa de la UNESCO tras la Declaración de Windhoek,
el contexto de la 19ª celebración de esta cita anual es bien
distinto al de sus inicios. Si la represión de este derecho humano
en zonas inestables era antes el tema central, la crisis del sector
ha cambiado el enfoque 180º, acercándolo a la problemática que el
periodismo vive en el mundo occidental. En los últimos cuatro años,
más de 6.000 profesionales de la comunicación han dado con sus
huesos en el paro, han cerrado 57 medios y la precariedad se ha
instalado en la profesión periodística. A esta crisis conyuntural
fruto de la económica hay que sumarle las crisis estructurales de
los modelos ético y empresarial. La primera responsable de las
grandes corporaciones y la segunda de las nuevas tecnologías. Las
empresas mediáticas han desvirtuado las funciones del periodista, la
vigilancia del poder y el servicio a la ciudadanía, y las han
sustituido por la generación de propaganda y la alienación del
Pueblo. Por su parte, las redes sociales, a pesar de sus innegables
ventajas, han difuminado el trabajo del comunicador y han provocado
la quiebra del sistema empresarial vigente. (Cuestiones más en
detalle en mi artículo "Los peligros del Periodismo")
Contra la servidumbre, la precariedad y
la represión, ejemplificada esta última con los 30 comunicadores
muertos y 161 encarcelados en lo que llevamos de 2012 según RSF,
los periodistas españoles salieron a la calle. Desde Bruselas hasta
Madrid, desde Algeciras hasta Bilbao, desde Valencia hasta A Coruña,
toda España se llenó de un mismo mensaje: "Sin periodistas no
hay periodismo; sin periodismo no hay democracia" en una jornada
denominada por la FAPE como "reivindicativa e
histórica" donde Sevilla y la capital nacional fueron las más
secundadas con 1.200 y 500 personas respectivamente. Y en ambas la presencia de alumnos universitarios matriculados en carreras de comunicación fue muy notable.
Desde el gremio, tanto estudiantes como
profesionales vemos estos acontecimientos con esperanza renovada y
esperamos continuar luchando por nuestra dignidad y nuestro futuro de
forma unitaria. Porque reivindicamos que nuestra precariedad es la
desinformación de la ciudadanía, que la prensa independiente y
profesional es la máxima garante de las libertades democráticas.
En definitiva, que sin periodistas ni
periodismo no hay democracia.
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