“Olvido
letal en el Cuerno de África”, con este titular inicia la
noticia José Miguel Calatayud desde Nairobi, capital de Kenia. A
primera vista podemos considerar que nos encontramos ante una noticia
más, de tantas otras que sabemos que existen pero ignoramos, acerca
de la pobreza en África. Pero si desmenuzamos minuciosamente todos
los detalles presentes en ella, el relato de este corresponsal de El
País, encontraremos una complejidad considerable y un conocimiento
clarificador para comprender la situación en la que se ve inmersa
Somalía en particular y toda África en general.
Para entender cómo llega este país a
la crisis actual, es necesario sumergirse en su historia reciente.
Durante los años del colonialismo
europeo, el territorio de Somalía estuvo dividido entre Italia,
Francia y Gran Bretaña que ejercían sobre él una dominación
plena, sin autoridades locales como sí existían en los
protectorados. Esto ejemplifica claramente que el concepto de Estado
no existía antes de la dominación europea, al igual que ocurría en
la mayoría del continente africano.
Somalía adquiere la independencia sin
excesivos conflictos con las autoridades coloniales en la década de
los 60, con la unificación de la Somalilandia británica y la
italiana. En 1969 el país vive sumido en una dictadura militar hasta
1991, en la que la pésima situación económica, el enfrentamiento
con la prosoviética. Etiopía y los conflictos internos entre
distintos clanes hacen implosionar al país, dividido en múltiples
regiones como Putlandia o Somalilandia desde entonces en la que el
gobierno de Mogadiscio es incapaz de imponer su autoridad.
Galimatias territorial de Somalia. Fuente: FronterasBlog |
Estos conflictos son explicados con
bastante precisión por Mary Kaldor, diferenciándolos de las
antiguas guerras. Tal y como expone la británica, estas luchas no
enfrentan a dos entes estatales a través de ejércitos regulares,
sino que los implicados en la pugna son grupos subestatales que
combaten por medio de guerrillas, con un daño sobre la población
civil y la integridad del estado muy superior al de las antiguas
batallas. La perpetuidad de estos combates en Somalía han creado un
estado feudal en el que cada región esta bajo control de un señor
de la guerra. La justificación económica la aporta Michael Renner,
que compara los lugares en guerra con la presencia de recursos con
enormes coincidencias geográficas. Según este autor, los gobiernos
no necesitan del pueblo para financiarse, sino del control de los
recursos naturales, algo que fomenta la creación de gobiernos
dictatoriales pero inestables pues toda organización contraria al
poder establecido pugna por el control de los recursos al ser
consciente de que su monopolio es la garantía de acceso al poder y a
la riqueza. Por todo lo expuesto anteriormente, los medios de
comunicación y los especialistas insisten en denominar a Somalía el
perfecto ejemplo de Estado fallido. Para poder explicar este
fenómeno, es fundamental definir conceptos como los elementos
constitutivos del Estado o la estatalidad jurídica y la empírica.
Weber sostenía que un estado esta compuesto de una organización
política que ejerce su dominio o soberanía sobre un territorio y
una población. Por su parte, Jackson y Rosberg insisten en el
concepto de soberanía, diferenciando dos clases distintas de ella:
la estatalidad empírica implica una soberanía positiva, real,
llevada a efecto en el interior del país sobre esa población y ese
territorio mientras que la estatalidad jurídica supone una soberanía
negativa, es decir, el reconocimiento externo a ese estado de su
capacidad para gobernar, independientemente de que esa capacidad sea
efectiva o no. Así pues nos encontramos con paradojas como Somalía,
cuyo gobierno posee estatalidad jurídica pero no empírica,
careciendo por tanto de uno de los elementos constitutivos del
estado: una organización política soberana sobre los otros dos
elementos. Es así como se crea un Estado fallido, ante la separación
drástica y radical entre ambas estatalidades. Por si fuera poco, la
situación se hace más rocambolesca si analizamos el caso de
Somalilandia, la provincia rebelde de la República Somalí, que
tiene un grado de soberanía positiva bastante superior que el país
que pretende abandonar sin embargo, en principio, carece totalmente
de estatalidad jurídica si atendemos al hecho de que la inmensa
mayoría de países que cuentan con la soberanía negativa son
reconocidos internacionalmente por una multitud de estados además de
la ONU. Aunque, si atendemos a la palabras de Bodino: “una
república que no tiene poder soberano para unir a sus distintos
miembros, familias, colegios y corporaciones, no es una verdadera
república.”, Somalilandia es un estado y Somalía no, si bien es
cierto que estas palabras hay que contextualizarlas en la época del
autor, el S. XVI. Parecido debate surge ante los casos de Taiwan,
Kosovo o Palestina, ninguno de ellos sentados en la Asamblea General
de la ONU.
En el relato de la noticia aparecen con
un papel protagonista dos ONG´s, Intermon Oxfam y Save de Children.
Es más, la noticia ha sido publicado gracias a la información de
ambas organizaciones denunciando la situación y la tardía reacción,
tal y como expresa el subtitulo. Esto nos conduce a la visibilidad de
dos hechos abundantemente comprobados en otras ocasiones: el efecto
CNN y el papel de los organizaciones transnacionales concedido por la
doctrina liberal. Parece bastante evidente que con los informes que
presentan ambas organizaciones buscan activar el efecto CNN para
presionar a los gobiernos occidentales a participar de forma más
decisiva y rápida en la ayuda humanitaria a Somalía, todo ello a
través de la concienciación de la opinión pública, con el
objetivo de posicionarla a favor de la concesión de ayudas y
convencerla de que su movilización presionaría a sus gobiernos para
que actúe. Sin embargo, bajo este loable objetivo también se
esconde la necesidad de las organizaciones humanitarias de
legitimarse socialmente, mostrar su labor y mejorar así su
financiación. Curiosamente, una de las pautas comunicativas es
denunciada en la misma noticia.
Ambas organizaciones insisten que de
haber actuado antes, se podrían haber salvado miles de vidas en el
Cuerno de África. Pero resulta que los medios de comunicación solo
atienden a las crisis cuando se hayan en su punto álgido,
desfavoreciendo el análisis y la visibilidad del antes y el después,
es decir, cómo se ha llegado a ese desastre y cómo se ha paliado
tras el ojo del huracán. Esto provoca que de la sensibilización
pasemos a la fatiga de la cooperación pues los donantes de los
países emisores de ayuda no son informados de la labor que están
ayudando a financiar.
Precisamente, esta influencia tanto de
medios como de ONG´s sobre la agenda mundial confirma la teoría
liberal en su concepción de los actores internacionales. Los autores
liberales argumentan que no solo los estados tienen un papel
fundamental en el desarrollo de las relaciones internacionales, algo
taxativamente afirmado por los realistas. Esto queda perfectamente
ejemplificado con Intermon Oxfam o Save the Children, organizaciones
transnacionales que unen a individuos entorno a fines comunes como la
erradicación de la pobreza o la defensa de los derechos de los
niños. Además, dado el estado de quiebra social y política de
Somalía, es perfectamente asumible afirmar que grandes ONG´s o
empresas multinacionales tienen más poder y fuerza en la agenda
global que el propio gobierno somalí.
Fuente: McSuhuibhne |
La situación que es denunciada en la
noticia justificaría sobradamente una intervención humanitaria por
parte de la ONU o los países occidentales. Aunque esto supondría
una clara injerencia externa en los asuntos internos de un estado, el
actual derecho internacional da pie a ello si esta constatada una
flagrante violación de los derechos humanos o peligra la paz y
seguridad de la zona. El hecho de que 50.000 personas fallezcan por
hambruna y su gobierno sea incapaz de atajar o al menos paliar la
situación, eludiendo su responsabilidad, parece ya un claro caso de
incumplimiento de la Declaración Universal de los DDHH. Además, los
consecuentes éxodos masivos que trae consigo la sequía amenazan con
desestabilizar a toda la región y provocar conflictos entre etnias o
países por la lucha por los escasos recursos. De hecho, Kenia ya ha
movilizado a su ejército para gestionar la crisis humanitaria que
llama a sus fronteras. Existen precedentes de intervenciones
humanitarias, Somalía incluso vivió una en 1993, si bien es cierto
que fue rechazada violentamente por el Congreso Unido Somalí,
forzando a la salida de EEUU tras uno de los ejemplos más famosos de
efecto CNN, tras el cual el gobierno de Clinton tuvo que dar marcha
atrás ante la presión abrumadora de la opinión pública.
La hipotética intervención también
se vería reforzada por el hecho de que la ayuda humanitaria no
siendo distribuida ante el caos gubernamental y los constantes
conflictos, haciendo inviable que la FAO (Organización para la
Alimentación y la Agricultura) cumpla su objetivo final: “Alcanzar
la seguridad alimentaria para todos, y asegurar que las personas
tengan acceso regular a alimentos de buena calidad que les permitan
llevar una vida activa y saludable.” La FAO es una agencia
internacional integrada en el Sistema de las Naciones Unidas, del
cual forman parte un conglomerado de organizaciones especializadas
que ayudan a la ONU a desarrollar determinados aspectos de su Carta
fundacional y de la Declaración de los Derechos Humanos.
Tras todo lo dicho, es inevitable
pensar que la situación de Somalía es irresoluble, algo natural que
debemos asumir pero aceptar esta idea supondría condenar a miles de
personas a la pobreza extrema y en última instancia a la muerte,
como se puede leer en la noticia “Olvido letal en el Cuerno de
África”
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