¿Qué queda cuando caen los héroes? Las Heroinas...


Hasta hoy desconocía la lucha de Clara Campoamor Rodríguez, la primera diputada de España a la cual todas las españolas le deben de agradecer su derecho al voto. Hasta hoy, cuando se hablaba de la II República, me venía a la cabeza el nombre de Manuel Azaña como su mayor figura. Hasta hoy, pensaba que la política en la República tenía un significado distintos al de hoy: autenticidad, pureza, lucha, coherencia, honestidad, sinceridad.... Un significado de ideología y moralidad frente a interés y frivolidad. Hasta hoy.


La TV movie emitida por TVE me ha despertado de mi sueño dogmático. Las principales figuras republicanas: Manuel Azaña de Izquierda Republicana, Indalecio Prieto del PSOE o Alejandro Lerroux del Partido Republicano Radical cometieron un gran error. Abandonaron a la mujer, despreciaron su capacidad y le negaron el derecho al voto en el momento en el que más falta le hacía, pues con el voto vendrían todos los demás derechos de corrido.



El miedo y la generalización injustificada apresaron los ideales de la izquierda y sacaron a flote sus verdaderas preocupaciones. La creencia (pues es eso, creencia, que no ciencia) de que el voto femenino era conservador impidió a los grandes héroes de la República poder contentar a la mitad de los ciudadanos.
Con esto, la izquierda se traicionó profundamente, no sólo por negarse a conceder la igualdad y la justicia, sino también por apuñalar a la democracia. Pues con millones de seres humanos discriminados por el mero hecho (del cual ellas no tienen culpa, ni tienen porque tenerla) de nacer con vagina y pechos, la Democracia pierde su esencia. Y la República también.

Ataco a la izquierda (sí, el escepticismo a mi opción política también aflora de cuando en cuando) pero también a la derecha, que no se queda atrás. Gil Robles de la Confederación Española de Derechas Autónomas y a saber cuantos retrógrados filofascistas más votaron sí a la igualdad electoral femenina por puro y duro interés electoral, también basándose en el manido argumento y falso dato temido por la izquierda, que la fémina es conservadora y católica. Así pues, la derecha por sus intereses, que no ideologías, decidieron dar el voto a la mujer, pero no con el fin de igualarla al hombre sino de manipularla.


Estas fotografías fueron tomadas gracias al trabajo constante de Campoamor.

Esta historia tiene un final feliz, al menos, en el sentido de que el voto femenino salió adelante. Por una vez, la injusticia no se consumo. Pero, la única persona, la única política que puede congratularse de haber logrado este hito es Clara Campoamor, pues al contrario que el resto de diputados, ella luchó por sus convicciones y no por sus conveniencias.
La moraleja es clara. La política expresa en demasiadas ocasiones lo más profundo y oscuro del ser humano, el interés propio, la defensa de una institución antes que de un ideal. Pocos son los que logran aferrarse a una idea, escasos los que logran no soltarla

El halo de esperanza de tan profundo escepticismo esta en rescatar a la República de esa imagen de grandes héroes políticos como Azaña, pues estos han caído en la refriega de sus errores e intrigas. Y tras ellos sólo se alzan dos ejemplos a seguir, un Pueblo, el español, que luchó y murió por defender lo que votó. Y una figura, una mujer, una Heroina, Clara Campoamor, la mujer olvidada que logró tan gran hazaña.


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