Mi desconexión de ONO ha hecho que me aficione al Canal 24h. de Televisión Española, (sí, curiosa aficción pero lo cierto es que estoy enganchado a las noticias). En fin, que en la marabunta de informativos de pronto vi al Presidente de la Asociación de la Banca diciendo que buscar culpables de la crisis es poco "pragmático". Cierto, no se lo voy a negar, encontrar al culpable no va a conseguir que de golpe y porrazo todo se arregle como por arte de magia. Pero igual que atrapar a un criminal no resucita a la víctima y no por ello dejamos de perseguirlo, con un único fin, que la historia no se repita. E aquí donde reside la utilidad de buscar y encontrar a los culpables de la crisis, que no volvamos a caer en otra dentro de 20 o 30 años.
Justificada la búsqueda, la pregunta que Laura Lebrel (mi detective favorita) se haría ahora es: ¿quién es el culpable a la crisis? Pues bien, todos (siento decepcionar a los que esperaban un ataque férreo al más puro estilo marxista-lenninista hacia los bancos). Y es que la buena salud económica bien parece ser como Santiago Nasser en Crónica de una muerte anunciada, todos la mataron y ella solita se murió.
Aunque por supuesto, en esta culpa colectiva existen grados. Pero todos (o casi todos, más de uno se salvará) tenemos una porción, por pequeña que sea, pues bien por acción o por omisión participamos del boom económico que tan bonita nos hizo ver la vida y ninguno actuó con un ápice de responsabilidad cuando la cosa empezó a ponerse fea hasta estallar.
Un servidor se consuela en creer que soy culpable por omisión, pues con siete años no podía protestar contra la Ley de Suelo o el Decretazo de Aznar (aunque mi señora madre sí lo hizo), aunque sí lo hice contra la Guerra de Irak y las energías contaminantes, y es que de la casta le viene al galgo.
Continuando con la gradación de la culpa (que Aleix Saló nos ilustra maravillosamente), en esta macabra pirámide de los pecados sin duda en el puesto número 1 encontramos a los bancos, que fueron a la postre la que hincharon todo el tinglado. Empresas y gobiernos podemos colocarlos sin ningún remordimiento en el escalón número 2 por su acción irresponsable a favor de todo el montaje y en un rebajado peldaño número 3 mucho me temo que tenemos que colocarnos a nosotros, al Pueblo, que inculto e ingenuo picamos en el anzuelo que los grandes capitalistas nos pusieron.
Nunca la manzana de las blancas nieves tuvo tanto veneno en su jugo...
Ahora sólo nos queda aprender del error, unirnos al grito de Democracia Real Ya! y cambiar nuestras conciencias para cuando volvamos a ver una deliciosa tarta no nos volvamos a abalanzar sobre ella con gula despedida, no vaya a ser que nos atragantemos con la guinda.
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